sábado, 20 de julio de 2013

Miedo a decir lo que se piensa


¿Alguien duda de que todos los homicidios de mujeres a manos de sus parejas son manifestaciones de machismo? ¿Quién defendería en público la implantación de un servicio social obligatorio e igualitario entre sexos? ¿Y la introducción de límites a la profesionalización del deporte, o la desaparición de todos los medios de comunicación de titularidad pública? ¿Algún partido con opciones de poder ha propuesto alguna vez la capitalización y reintegro de los derechos cotizados a la Seguridad Social, la introducción del cheque escolar o la legalización de la prostitución?

Los debates sociales están adulterados cuando una de las posiciones dialécticas aparece impuesta de antemano. La tesis dominante no es entonces expresión de un consenso social, sino una situación de hecho en cuyo trasfondo siempre se encuentra la inoperancia de los mecanismos de formación y expresión de la opinión pública. El vacío de ideas deja margen para que ciertas tesis aparezcan como incontestables, desde ideologías expansivas incrustadas o aliadas con el poder político, o desde lobbies de minorías sociales muy activas o de grupos de interés. Los medios de comunicación masivos se alinean con las tesis dominantes por inercia irresistible tanto como por iniciativa ideológica. En su expresión más acabada, tales tesis consiguen revestirse de autoridad científica, jurídica o internacional, lo que, más que pervertir el debate, lo sustrae del ámbito social.

Esta situación no sólo es propia de regímenes autoritarios; también se da en democracias de baja intensidad, como la nuestra. Los debates adulterados degradan gravemente la calidad del sistema democrático: el debate es presupuesto de la participación política y del activismo cívico. Al no haber intercambio de argumentos, la tesis dominante no necesita especial refuerzo ideológico ni intelectual; las tesis disidentes, si se atreven a manifestarse, son fácilmente manipuladas y expulsadas a la marginalidad o a la extravagancia. Lo anterior repercute en los programas electorales de los partidos y en la acción de gobierno de los vencedores, que tiende a moverse en márgenes cada vez más estrechos. La tensión dialéctica imprescindible para la renovación de ideas queda neutralizada. Puede haber alternancia política, pero no hay alternativas de proyectos sociales.

En Francia, el debate social se considera que forma parte del núcleo esencial de los valores republicanos. Uno de los ejercicios de la selectividad universitaria (el temido “bac”) ha venido consistiendo en proponer un tema de relevancia pública sobre el que el alumno debe redactar un planteamiento dialéctico: argumentos a favor, en contra y síntesis. No se trata de acertar, sino de saber expresar y contrarrestar opiniones contrarias a la propia. En Reino Unido, aparte de la calidad legendaria de sus medios de información públicos, el sistema mayoritario y la dimensión del distrito electoral obliga a todos los candidatos a bajar a la arena del debate casa a casa y cara a cara, tanto de los asuntos domésticos como de las grandes cuestiones nacionales.

Entre nosotros, es tópico decir que padecemos una propensión histórica a intercambiar tiros en vez de razones. Pero en la situación actual, estas ocurrencias no nos deben hacer perder la perspectiva. El origen de la actual adulteración de los debates públicos se encuentra en parte en las circunstancias en que se desarrolló la transición. Miedo a la involución, posibilismo y consensos forzados arrinconaron debates cuyo solo planteamiento habría herido demasiadas sensibilidades. Por todos, el relativo a la legitimidad histórica de la monarquía juancarlista, tema unido al de la forma de Estado.

Durante la democracia, los medios de comunicación no han contribuido a la apertura de los debates públicos. La supresión del programa “La Clave” en la campaña institucional del referendum sobre la OTAN de 1986, o el tratamiento informativo de la huelga general de 2002, por no hablar del escándalo permanente de las televisiones autonómicas, son ejemplos de la desvergüenza con que el grupo gobernante ha instrumentalizado a su favor los medios de titularidad pública. El blindaje laboral de los profesionales contratados en cada etapa no facilita que cambien las cosas.

Los medios privados han padecido en este período una grave asimetría ideológica, lo que ha limitado su papel en el campo de la formación de opinión. Los medios escritos, sin la competencia de los de titularidad pública desde la desaparición de la prensa “del movimiento”, y los radiofónicos, han estado en estos años muy fragmentados en el campo de la derecha, y nucleados en torno a un grupo principal en el sector de la izquierda. Los primeros han estado condicionados por su tamaño o, especialmente los de capital extranjero, por dinámicas empresariales ajenas a estas inquietudes. En cuanto al grupo mediático mayoritario en la izquierda, sus niveles de difusión y de homologación internacional le hubieran podido conferir autoridad intelectual suficiente para asumir cierta función institucional de instrumento de debate social. Pero una política empresarial ultrapersonalista y, últimamente, urgencias de supervivencia financiera, han determinado que los redactores de estos medios hayan tenido que anteponer como norma su pretendida capacidad de consigna y de presión, a la función social de la información de la que hablamos.

El cine, el teatro, la música y otras manifestaciones culturales, no han sabido en estas décadas acoger ni provocar debates sociales abiertos. Un sesgo ideológico demasiado explícito y actitudes gremiales exageradas han desconectado estos ámbitos de la sensibilidad general, lo que en el caso del cine alcanza desde el “no a la guerra” de los premios Goya del 2003, extremos de verdadera patología social. La transversalidad del pop de la “movida” parece haberse sustituido por el linchamiento ideológico de los no afiliados al sindicato de la ceja (Russian Red, Nena Daconte, Café Quijano…).

El marco institucional no favorece los debates públicos. Nada que añadir a las iniciativas de los editores de este blog en relación con las disfunciones del sistema de partidos. No hay debate ni en las bases ni en los cuadros. El sistema jerarquizado, la ausencia de primarias y de trabajos precongresuales, y las listas electorales cerradas blindan la organización contra la disidencia interna.

Pero tampoco los restantes mecanismos de representación política fomentan el debate abierto. La regulación constitucional del referendum es absolutamente restrictiva; su aplicación ha estado además contaminada por la falta de neutralidad institucional del gobierno de turno, apoyando con todo su aparato propagandístico la opción finalmente triunfante. Por ello son percibidos como un instrumento de refrendo plebiscitario a la iniciativa del gobierno, y las cifras de participación en los dos celebrados durante la democracia son modestas (59% en el de la OTAN de 1986, y 42% en el de la Constitución Europea de 2005). La iniciativa legislativa popular del art. 87 CE está regulada con desconfianza y racanería, y no garantiza que la opinión pública movilizada se vea reflejada normativamente.

Por otra parte, no existe en nuestro país un entramado de organizaciones sociales consagradas a la elaboración de ideas de debate, característico del mundo anglosajón. En el ámbito público, las universidades no han podido asumir el papel de think tanks que les habría correspondido por historia, presupuesto y dimensiones. La politización, las distorsiones del sistema autonómico, y los muy discutidos criterios de selección y promoción, son explicaciones sólo parciales de esta realidad. Las fundaciones “pensantes” de los partidos actúan como reductos de atrincheramiento ideológico de cada facción, cuando no de puro personalismo de políticos prejubilados.

Hay iniciativas privadas en este sector de los laboratorios de ideas, para las que las redes globales de transmisión de la información han constituido instrumento determinante de despegue. Están llamadas a ser parte fundamental de la apertura de los debates. Pero los seducidos por ellas debemos reconocer que parte de la sociedad española sigue asociando las más relevantes a intereses particulares: empresariales, corporativos, confesionales, o, en general, elitistas. Una de las más pintorescas está reservada sólo para exministros; quizá más de uno debería aplicarse el principio marxista de no aceptar nunca ser miembro de un club donde admitan gente como él.  Nuestra falta de tradición en fabricar ideas provoca más simpatía e interés hacia movimientos de debate asambleario como el 15M, víctima de su propia espontaneidad.

La actual crisis económica e institucional ha precipitado debates públicos esenciales para nuestro futuro colectivo: forma de Estado, distribución territorial del poder, dimensión de la función pública, cauces de representación política y sindical, extensión y límites del estado del bienestar, función social de la educación, estructura del sistema tributario, mecanismos de previsión social, disponibilidad de la vida humana, marco jurídico de la familia, etc.

Nos está llegando el momento de decidir, quizá sin miedo esta vez a una quiebra traumática de la convivencia, pero sin ámbitos ni mecanismos de debate social.  Debates sociales adulterados darán lugar a que lo que salga de esta crisis sea tan frágil y artificial como lo que hoy criticamos. “Las ideas tienen consecuencias”.
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5 Respuestas

  • aldelgadog says:
    Sinceramente, no se han presentado argumentos racionales y plausibles sobre la tesis del post, y sí en cambio mucho estilo regeneracionista y medias verdades.
    Por ejemplo, el segundo párrafo es de un falsedad absoluta para cualquiera que no esté enclaustrado en delirios conspiranoicos a niveles psicóticos. Y el tercero adolece de lo mismo. ¿En qué mundo habita el autor?
    ¿Sesgos ideológicos? El que rezuma de la manera en que está escrito el post.
    ¿Marco institucional cerrado? Tópicos míticos.
    Yo le recomendaría al autor que si no le hacen caso que mejore sus argumentos y deje de quejarse e inventarse como excusa que en España no se debate.
  • Manu Oquendo says:
    Lo que el autor llama “debates adulterados” es la forma habitual de gestión cultural desde las estructuras de poder. De una u otra forma, con mayor o menor intensidad, la “adulteración” siempre existe desde el momento en que hay conductas e ideas que son preferibles a otras. .
    El poder, la capacidad coactiva de gestionar una sociedad, se ejerce en dosis variables de violencia y manipulación.
    Mann lo divide en cuatro modalidades: Militar, Político, Económico e Ideológico.
    Dado que el acceso al poder en occidente tiene lugar a través de Partidos Políticos y Procesos electorales, la opinión pública y su gestión son cruciales y por ello es especialmente importante el Poder Ideológico. El poder de las Ideas. Su gestión es difícil y no tiene lugar “accidentalmente” ni “de vez en cuando”
    El artículo tiene la virtud de darnos tiempo para recordar cosas sobre las que pasamos superficialmente, casi de modo instintivo, Pavloviano, pero que son importantes para que una sociedad pueda expresar una cierta autonomía cívica con respecto a las estructuras de poder.
    Estos días basta observar las tácticas con las cuales los mismos que han producido el desastre Educativo que Impera en España (en sus propios parámetros: El Peor Sistema Educativo del Mundo) se rebelan ante el tímido ministro Wert, para caer en la cuenta de la importancia que determinados partidos otorgan a procesos cruciales para la adquisición y gestión del poder político.
    Habrá tiempo de comentar pero me gustaría cerrar este apunte añadiendo dos o tres “cositas”.
    La gestión cultural incluye –en ciencias sociales– no sólo la difusión e imposición de lo Políticamente Correcto sino también…
    1. los procesos de I+D universitarios por el filtro político-presupuestario y de carrera.
    2. La gestión Proactiva del Olvido para facilitar la Imposición y difusión de Ideas, Sentimientos y Emociones..
    3. La inexistencia de valores, sociales o individuales, que excedan el ámbito de los intereses concretos del Poder.
    Contra esto sólo se puede trabajar desde la sociedad.
    Es decir, desarrollando y reforzando canales alternativos de creación y difusión de valores, ideas y opiniones.
    Hoy el Poder controla todos los Medios que en el siglo XIX y XX fueron naciendo y las Redes Sociales son otro instrumento para en un mundo en red seguir haciéndolo. Así que “Cuidadín”.
    Por último: Autores fundamentales que el sistema trata de olvidar. Desde la primera mitad del Siglo XX.
    Trotter, Le Bon y Bernays.
    Buenos días.
  • Teresa Cabarrush says:
    Magnífico su artículo Señor Vara, muy acertado en todo lo que expone. ¿ Adulteración? en todo, se tergiversa las palabras, las acciones, llega un momento en que las personas ven al cuadro de Velázquez como si fuera un Goya y viceversa, y se lo creen con una autenticidad grandiosa. Falta de debates en todos los sectores, desde la televisión, en la cultura, en la calle y en todo, cuando se anula el debate mal asunto para la madurez de un País.
    Ciudadanos inmaduros, sin y con estudios, así que Pueblo inmaduro, Democracia inmadura. En cuanto a los medios de información, deberían actuar bastante más objetivos, cuando se lee artículos del principio de siglo XIX, debo admitir la verdad, que envidia sana me produce, tiene mucho más mérito que la actual (al menos para mí)
    Y por favor, no presumamos de lo que no debemos, mejor ser normales, para mí la NORMALIDAD ES UN ALTO VALOR, ¡ madre mía a lo que hemos llegado
    En el siglo pasado había una grandiosa cultura y se cuidaba el buen gusto, ahora tenemos ignorancia y vulgaridad
    Dejo una entrevista al pintor Cristóbal Gabarrón, es interesante.
    Felicidades por su estimable artículo.
    Saludos.
  • Emilio says:
    No se puede seguir responsabilizando a la transición de todo. Cada año que pasa las condiciones en que se desenvuelve el debate social son peores, por eso a cada etapa su responsabilidad,ya que lo que nos sucede tiene más que ver con los últimos años que con los primeros de la transición. En relación a alguna cuestión de género que se cita en la entrada hay que decir que se trata de una legislación de la etapa Zapatero y, lo que pasa en los medios de comunicación, está influido poderosamente por esa legislación. Mientras no se pueda opinar libremente sobre todos los aspectos de la igualdad, la opinión pública seguirá secuestrada.
  • Fran Saurí says:
    Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid haré un poco de lobby gremial:
    “En Francia, el debate social se considera que forma parte del núcleo esencial de los valores republicanos. Uno de los ejercicios de la selectividad universitaria (el temido “bac”) ha venido consistiendo en proponer un tema de relevancia pública sobre el que el alumno debe redactar un planteamiento dialéctico: argumentos a favor, en contra y síntesis.”
    Aquí lo que más se le parece son las asignaturas obligatorias de filosofía en ESO y bachillerato (no digo que no sean mejorables). La nueva reforma educativa del señor Wert se lo carga. De tres asignaturas obligatorias en ESO y bachillerato pasamos a una asignatura obligatoria en bachillerato.
  • Luisa says:
    Todos sabemos que en los juzgados de violencia de género se perpetran a diario muchas injusticias, por una legislación hiperproteccionista que se vuelve en contra de las personas a quienes se quiere proteger, y unas penas absolutamente desmesuradas y exorbitantes.
    Es tragicómico leer noticias como la madre que da un cachete (bien merecido) a su hija preadolescente y ésta (en plan gallito) la denuncia por malos tratos, y a la madre le caen dos años de cárcel con privación de la patria potestad y no sé cuántas cosas más. Y encima la pobre mujer abre los telediarios.
    Y todo el mundo se pregunta: ¿Están los legisladores pallá? o ¿Están los jueces pallá? o ¿Estamos todos pallá?
    Pero claro, si alguien plantea esto a las claras, como le pasó al pobre diputado Cantó, se le echa el mundo encima: los colectivos feministas, el defensor del pueblo y sus pitufos autonómicos, etc.
    Se ha perdido el derecho a plantear mínimamente cualquier idea que no sea “políticamente correcta”. En cambio, vemos a unos niñatos que, después de haber matado a una muchacha (Marta del Castillo) se mofan y befan de los padres de la muerta, de la Justicia y de la Policía, dando diferentes versiones de dónde está el cadáver, haciendo buscar ahora aquí, ahora allá (y obligando al Estado a gastar millones de euros en una búsqueda a ciegas) y nadie se atreve a defender que, mientras no confiesen dónde está el cadáver, estos mequetrefes estén en una celda de aislamiento sin ningún derecho penitenciario.
    Hay mucho miedo a decir lo que se piensa porque somos reos de unos cuantos gritones que escandalizan mucho y tienen secuestrada a la sociedad.

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